jueves, 10 de enero de 2013

Un golpe de Estado al modelo educativo


Publicado en el Noroeste de Sinaloa, 30 de diciembre de 2012

¿Cómo le haces un golpe de Estado a tu padre? Eso es lo que me preguntaba cuando revisaba la historia de Qatar, para entender el pequeño y muy rico país que durante cuatro años es la sede del Foro Mundial de Innovación para la Educación. En 1995 el Sheikh Hamad bin Khalifa Al Thani depuso a su padre Khalifa bin Hamad Al Thani, mientras éste vacacionaba, como solía hacer gran parte del año, en las playas francesas o en los Alpes suizos. Lo hizo con una promesa de modernidad y eficiencia.

Aunque sigue siendo un emirato y la democracia integral es un gran pendiente, el Sheikh Hamad ha realizado numerosas reformas progresistas para los estándares del mundo árabe, desde abolir la censura, hasta darle a las mujeres el derecho a votar y ser electas a cargos públicos. Además, es el creador de Al-Jazeera, el influyente canal de noticias árabe, una especie de CNN de la región, que ha sido fundamental para generar y promover las rebeliones de la primavera árabe en casi todos los países de la región, excepto, casualmente Qatar.

No es sorpresa, dado que los cuantiosos recursos del gas han permitido dar un nivel de vida envidiable a la población, tal vez la más rica del mundo. Además, la educación, energía eléctrica, salud y muchos otros servicios, desde viviendas hasta entradas a museos, son gratis. Sin embargo, tal vez una de las más llamativas contribuciones ha sido reconocer la importancia de complementar los recursos naturales con conocimiento e innovación, con inversiones muy inteligentes y creativas en educación; tarea que muy pocos países con riquezas similares emprenden.

En esta línea está el liderazgo y organización del Foro Mundial de Innovación en Educación (WISE por sus siglas en inglés), un encuentro multidisciplinario de expertos en el tema, que reconoce y difunde buenas prácticas de diferentes partes del mundo, y resume acercamientos creativos y novedosos para atender la formación y enseñanza continua en la sociedad. En estos días en Doha, he presenciado y debatido sobre la transformación necesaria para tener una educación basada en proyectos que lleve a una ósmosis entre la escuela y la vida; el uso de las redes sociales durante las clases; la colaboración y retroalimentación permanente entre profesores y alumnos; la importancia de la comunidad para mejorar la educación cuando el gobierno no lo puede hacer, al generar un fuerte cambio desde las raíces; entre muchos otros acercamientos innovadores a la educación.

Todo se hace en un entretenido formato, muy de moda gracias a las conferencias TED, con periodistas con preguntas incisivas moderando paneles en los que están prohibidas las aburridas presentaciones en Power Point, exposiciones cortas y divertidas, y un despliegue activo de cámaras y pantallas, así como el uso de teleprompters, además de la promoción de twitter para comentar las sesiones. Hasta en esto están siendo modernos.

Desvío la mirada a México y es regresar a la prehistoria. Veo con lástima que todavía se tengan tan grandes obstáculos para la mejora en la calidad de la educación, como la falta de capacitación y evaluación de los maestros, la no democratización del sindicato y el desvío de fondos destinados a la enseñanza hacia esa organización, entre muchos otros. Esto se refleja en lamentables índices. En la prueba PISA, México se ubica en el puesto 48 de 65, último entre los países de la OCDE. Aunque ocupa el puesto 53 en el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, está en los últimos lugares (¡de todo el mundo!) en los sub-índices de calidad de educación primaria (puesto 118) y peor aún en matemáticas y ciencias (¡124!). Esto explica en gran parte los también malos índices en el uso de ciencia y tecnología y la capacidad de los negocios para mejorar su productividad con innovación.

Sin embargo, México tendría mucho potencial para crecer basado en conocimiento e innovación, de acuerdo con en el Índice de Complejidad Económica, publicado por la Universidad de Harvard, en el que ocupa un meritorio lugar 20 entre 128 países. Este indicador muestra qué tanto conocimiento aplicado, redes e instituciones dispone el país para exportar bienes complejos en lugar de básicos. Es decir, si está más cerca de producir computadoras que de cosechar tomates, tomando en cuenta que para las computadoras se requiere una gran diversidad de conocimientos acumulados entre informática, electrónica, sistemas, diseño gráfico, entre muchos otros campos. La noticia es buena: México tiene el potencial de producir bienes complejos, incrementar sus exportaciones sofisticadas y obtener mayores ingresos por ellos. No obstante, si vemos la figura completa, tomando en cuenta la pésima situación de la educación, no se va a contar con el capital humano necesario para lograrlo.

En este sentido, es importante que todos, desde legisladores hasta medios y organizaciones de la sociedad civil, apoyemos las reformas grandes e importantes que se requieren para tener una educación de calidad, como las que valiente y decididamente ha promovido Mexicanos Primero. Sin esas reformas, no hay futuro para la calidad de la educación y, por ende, para un crecimiento elevado y sostenido.

El Sheikh Hamad le hizo el golpe de estado a su padre llamándolo a Zurich; éste escuchó y le colgó. Antes había coordinado con el resto de la familia para asegurar el apoyo. En unos meses, el padre regresó a Qatar a armar una contra insurrección, rápidamente controlada cuando el hijo, asesorado por un grupo de abogados americanos, congeló sus numerosas cuentas bancarias en todo el mundo. Tal vez cambiar la educación en México sea más difícil que un golpe de Estado. Pero la tenemos que hacer de manera urgente. El progreso en la sociedad se da cuando todos nos hacemos más inteligentes y sabemos aprovechar e implementar mejor el conocimiento. Sin un cambio radical en la educación no estamos en ese camino del progreso.

José Luis Chicoma
Director General de la Fundación Ethos

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