Publicado en el Noroeste de Sinaloa, 30 de diciembre de 2012
¿Cómo le haces un golpe de Estado
a tu padre? Eso es lo que me preguntaba cuando revisaba la historia de Qatar,
para entender el pequeño y muy rico país que durante cuatro años es la sede del
Foro Mundial de Innovación para la Educación. En 1995 el Sheikh Hamad bin
Khalifa Al Thani depuso a su padre Khalifa
bin Hamad Al Thani, mientras éste
vacacionaba, como solía hacer gran parte del año, en las playas francesas o en
los Alpes suizos. Lo hizo con una promesa de modernidad y eficiencia.
Aunque sigue siendo un emirato y
la democracia integral es un gran pendiente, el Sheikh Hamad ha realizado
numerosas reformas progresistas para los estándares del mundo árabe, desde
abolir la censura, hasta darle a las mujeres el derecho a votar y ser electas a
cargos públicos. Además, es el creador de Al-Jazeera, el influyente canal de
noticias árabe, una especie de CNN de la región, que ha sido fundamental para
generar y promover las rebeliones de la primavera árabe en casi todos los
países de la región, excepto, casualmente Qatar.
No es sorpresa, dado que los
cuantiosos recursos del gas han permitido dar un nivel de vida envidiable a la
población, tal vez la más rica del mundo. Además, la educación, energía
eléctrica, salud y muchos otros servicios, desde viviendas hasta entradas a
museos, son gratis. Sin embargo, tal vez una de las más llamativas
contribuciones ha sido reconocer la importancia de complementar los recursos
naturales con conocimiento e innovación, con inversiones muy inteligentes y
creativas en educación; tarea que muy pocos países con riquezas similares
emprenden.
En esta línea está el liderazgo y organización del Foro Mundial de
Innovación en Educación (WISE por sus siglas en inglés), un encuentro
multidisciplinario de expertos en el tema, que reconoce y difunde buenas prácticas
de diferentes partes del mundo, y resume acercamientos creativos y novedosos
para atender la formación y enseñanza continua en la sociedad. En estos días en
Doha, he presenciado y debatido sobre la transformación necesaria para tener
una educación basada en proyectos que lleve a una ósmosis entre la escuela y la
vida; el uso de las redes sociales durante las clases; la colaboración y
retroalimentación permanente entre profesores y alumnos; la importancia de la
comunidad para mejorar la educación cuando el gobierno no lo puede hacer, al
generar un fuerte cambio desde las raíces; entre muchos otros acercamientos
innovadores a la educación.
Todo se hace en un entretenido formato, muy de moda gracias a las
conferencias TED, con periodistas con preguntas incisivas moderando paneles en
los que están prohibidas las aburridas presentaciones en Power Point, exposiciones cortas y divertidas, y un despliegue activo
de cámaras y pantallas, así como el uso de teleprompters,
además de la promoción de twitter
para comentar las sesiones. Hasta en esto están siendo modernos.
Desvío la mirada a México y es regresar
a la prehistoria. Veo con lástima que todavía se tengan tan grandes obstáculos para
la mejora en la calidad de la educación, como la falta de capacitación y
evaluación de los maestros, la no democratización del sindicato y el desvío de
fondos destinados a la enseñanza hacia esa organización, entre muchos otros. Esto
se refleja en lamentables índices. En la prueba PISA, México se ubica en el
puesto 48 de 65, último entre los países de la OCDE. Aunque ocupa el puesto 53
en el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, está en los
últimos lugares (¡de todo el mundo!) en los sub-índices de calidad de educación
primaria (puesto 118) y peor aún en matemáticas y ciencias (¡124!). Esto
explica en gran parte los también malos índices en el uso de ciencia y
tecnología y la capacidad de los negocios para mejorar su productividad con
innovación.
Sin embargo, México tendría mucho
potencial para crecer basado en conocimiento e innovación, de acuerdo con en el
Índice de Complejidad Económica, publicado por la Universidad de Harvard, en el
que ocupa un meritorio lugar 20 entre 128 países. Este indicador muestra qué
tanto conocimiento aplicado, redes e instituciones dispone el país para
exportar bienes complejos en lugar de básicos. Es decir, si está más cerca de
producir computadoras que de cosechar tomates, tomando en cuenta que para las computadoras
se requiere una gran diversidad de conocimientos acumulados entre informática,
electrónica, sistemas, diseño gráfico, entre muchos otros campos. La noticia es
buena: México tiene el potencial de producir bienes complejos, incrementar sus
exportaciones sofisticadas y obtener mayores ingresos por ellos. No obstante,
si vemos la figura completa, tomando en cuenta la pésima situación de la
educación, no se va a contar con el capital humano necesario para lograrlo.
En este sentido, es importante
que todos, desde legisladores hasta medios y organizaciones de la sociedad
civil, apoyemos las reformas grandes e importantes que se requieren para tener
una educación de calidad, como las que valiente y decididamente ha promovido
Mexicanos Primero. Sin esas reformas, no hay futuro para la calidad de la
educación y, por ende, para un crecimiento elevado y sostenido.
El Sheikh Hamad le hizo el golpe
de estado a su padre llamándolo a Zurich; éste escuchó y le colgó. Antes había
coordinado con el resto de la familia para asegurar el apoyo. En unos meses, el
padre regresó a Qatar a armar una contra insurrección, rápidamente controlada
cuando el hijo, asesorado por un grupo de abogados americanos, congeló sus
numerosas cuentas bancarias en todo el mundo. Tal vez cambiar la educación en México
sea más difícil que un golpe de Estado. Pero la tenemos que hacer de manera
urgente. El progreso en la sociedad se da cuando todos nos hacemos más
inteligentes y sabemos aprovechar e implementar mejor el conocimiento. Sin un
cambio radical en la educación no estamos en ese camino del progreso.
José Luis Chicoma
Director General de la Fundación
Ethos
No hay comentarios:
Publicar un comentario