Publicado en la Revista PODER, Enero 2013.
La reina Isabel es una reptil, al igual que muchas
otras figuras políticas mundiales, extraterrestres que dominan nuestro planeta.
Barack Obama manipuló el clima con la ayuda de ondas electromagnéticas para
generar el huracán Sandy y producir el caos que le permitiría demostrar su
liderazgo y, consecuentemente, ser reelegido. Elvis Presley sigue vivo. Paul
McCartney murió hace años.
Lo anterior son solo ejemplos de la increíble
cantidad de ridiculeces que algunos desprevenidos llegan a creer. Estas y
muchas otras teorías de la conspiración se basan en información completamente
irracional y manipulada, pero son lugar común en Internet. Y si bien con mucha
facilidad nos podemos burlar de ellas, ¿tenemos la certeza de que nosotros sí
estamos suficientemente informados como para entender las noticias? ¿Podemos
comprender lo que está sucediendo en la política y en la economía, y cómo
afectan el desarrollo de la sociedad?
Muchos medios tienen algún sesgo ideológico
y/o tipo de interés que les impide brindar una visión balanceada e imparcial de
los hechos. Puede ser un sesgo en las noticias a favor de los intereses económicos
o ideología de sus dueños; o también pueden evitar la cobertura de ciertas
noticias para no “ahuyentar” a las empresas o agencias gubernamentales que
pagan por publicidad.
Para llegar a un público más amplio y, así,
garantizar mayor publicidad, tienden a enfocarse en noticias sensacionalistas.
Además, se muestran más respetuosos de la visión del lector medio, con lo que
dejan de lado opiniones progresistas. Y para llegar a personas que no leen
mucho, tienden a resumir la noticia, obviando detalles que permiten un
entendimiento mayor de lo sucedido o, simplemente, eliminando reportajes de largo
aliento cuyo desarrollo demanda mayor espacio. Incluso, si no tienen todos
estos intereses, igual pueden sesgar sus noticias para congraciarse con sus
principales fuentes - gobierno y sector privado-, y evitar que les restrinjan
el acceso a la información.
Desde hace dos años, los limeños nos hemos
visto inundados de información extremadamente sesgada sobre la gestión de
Susana Villarán, que proviene principalmente de los medios que apoyan su
revocatoria. La han tildado de vaga, no han podido tacharla de deshonesta, pero
poco les falta para que sugieran que es una extraterrestre reptil. Todo este
ruido ha generado una alta desaprobación de la gestión Villarán, lo que no ha
podido ser contrarrestado por su deficiente estrategia de comunicación. Y para
muchos que vemos una administración que, aunque con ciertas deficiencias y
lentitudes, está emprendiendo reformas radicales que cambiarán Lima para
siempre -la comercialización de alimentos, el transporte público y la
transparencia-, este excesivo cargamontón nos parece parte de una teoría de la
conspiración.
Felizmente, hay muchas personalidades
respetables que han salido a criticar la revocatoria -la campaña liderada por
Anel Towsend es una muestra de ello-. Sin embargo, para muchos (principalmente
detractores de Susana Villarán) esta clase de iniciativas no son válidas dado que
los logros se deben defender con argumentos. Es más, sugieren que sustentar la
campaña en apoyos públicos parte de una falacia en la que se defiende algo como
verdadero porque quienes lo afirman -Mario Vargas Llosa, Lourdes Flores y Luis
Bedoya Reyes, por ejemplo-, tienen autoridad en la materia. O decir que el
apoyo a la revocatoria es negativo porque quienes la defienden, como Marco
Tulio, Luis Castañeda y Jorge del Castillo, son cuestionables.
Por supuesto que son necesarios los
argumentos; son los más importantes a la hora de tomar una decisión. Sin
embargo, el periodismo nacional es un mundo más que imperfecto, y muchos medios
seguirán con su campaña sucia y propagandística, manipuladora e interesada, a
favor de la revocatoria. Por eso, en el Perú, el respaldo público de ciertos
personajes respetados y populares es aún más importante que en otras sociedades
(y se demostró en la elección de Ollanta Humala con el apoyo de Mario Vargas
Llosa). Esto facilita la toma de decisiones entre tantas teorías de la
conspiración sorprendentemente presentes en la prensa peruana.