domingo, 25 de noviembre de 2012

La última reforma


Publicado en El Comercio, 25 de noviembre del 2012

¿Cómo son los últimos días de un presidente en el cargo? Generalmente, sus índices de popularidad suben, aunque su posibilidad de aprobar reformas importantes se vuelve casi nula. En EE.UU. al periodo de aproximadamente dos meses entre la elección del nuevo presidente y la salida del antiguo, se denomina lame duck (pato cojo), justamente por la dificultad para impulsar políticas públicas. Es memorable un video irónico que hizo Bill Clinton de sus últimos días en el que salía montando bicicleta dentro de la Casa Blanca, lavando la limosina presidencial y viendo dibujos animados en el cine junto a su perro.

Sin embargo, también es una oportunidad para hacer los últimos intentos por asegurar un lugar en la historia, el reto más importante de un presidente que por ley no puede volver a serlo. En México el periodo de cinco meses entre la elección y el cambio de gobierno es inusualmente largo. Felipe Calderón debe estar feliz porque esta transición le puede haber asegurado una reforma laboral histórica; algo particularmente relevante para un presidente muy criticado en diferentes campos, tales como su guerra frontal al narcotráfico con más de 60 mil muertes y su pasividad con otras reformas urgentes como la energética y la fiscal.

Y vaya que sí es importante. En el Índice Global de Competitividad, México ha mejorado en su posición al puesto 53; sin embargo, en el subíndice del mercado laboral, está en el 102.  En México, prefieren compararse con otras economías grandes, en lugar de hacerlo con países de América Latina, en su mayoría más pequeños y menos industrializados. Así, en la OCDE, está sólo por arriba de España, Grecia, Italia, Portugal y Turquía en el indicador laboral, casi todos éstos en crisis. En los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), está en último lugar sólo sobre Sudáfrica.  Inclusive, si los comparamos con América Latina, la mayoría está en mejores posiciones, como Chile, Perú y Brasil.

No es sorpresa. En las reformas de los 80 y 90, que en México fueron encaminadas a tener una economía abierta y un sistema político democrático, faltaron las que regulen el poder de mercado desmedido de ciertas empresas y de los oscuros sindicatos que siempre han dominado a trabajadores, empleadores y políticos.

El mercado laboral mexicano está plagado de malas prácticas que generan más costos para el empleador, mayor informalidad y precariedad para el trabajador y menos productividad. Son muy comunes los “coyotes”, que alargan juicios por despido injustificado para obtener compensaciones por los salarios que “dejaron de percibir” durante el proceso legal, que en promedio es de cinco años. Los líderes sindicales frecuentemente se vuelven ricos, sin tener que rendir cuentas; negocian contratos colectivos directamente con los empleadores, sin participación de los trabajadores, muchas veces chantajeando a las empresas; y, en general, bloquean las reformas necesarias para un mayor desarrollo y empoderamiento de la fuerza laboral.

En la reforma aprobada por el legislativo se ha enfatizado la flexibilización laboral y la inclusión de algunos derechos y protecciones adicionales para los trabajadores, aunque no se aprobó la inclusión de urgentes cambios en los sindicatos.

Así, los costos de contratación y despido se han reducido, con un límite de un año al pago de salarios caídos por despido injustificado, la aprobación del periodo de prueba con prestaciones, antes prohibido, de máximo 180 días para cargos directivos y 30 días para otros, así como de período de entrenamiento también con prestaciones, hasta de seis meses sin posibilidad de prórroga. También se permite el pago por horas con una mínima remuneración equivalente al salario mínimo por jornada.

La iniciativa contempla también más derechos como la licencia de paternidad con cinco días de salario, una regulación más estricta de la tercerización, y una mayor protección de la mujer en casos de discriminación y acoso.

Sin embargo, no se llegó a un acuerdo la democratización y la transparencia sindical. Lo aprobado es risible: los sindicatos tendrán que publicar sus estatutos de regulación en internet y sus líderes deben rendir cuentas cada seis meses en asambleas. Se dejó de lado lo importante: las elecciones transparentes con voto secreto  y la obligación de mostrar el manejo de las cuotas de sus miembros y el estado de patrimonio sindical.

¿Calderón pasará a la historia por esta reforma? Si hubiese reformado los sindicatos, definitivamente sí. Sin embargo, considerando el entorno, sí puede ser fundamental para su legado. En los últimos meses México ha sido mencionado como integrante de las economías MIST (México, Indonesia, Corea del Sur y Turquía). No son llamadas a eclipsar a las gigantes BRICS. Sin embargo, sí se espera una mayor industrialización y desarrollo tecnológico que refuerce el crecimiento ya importante que vienen experimentando en general. Para poder competir en estos niveles, y con China por el mercado de Estados Unidos, esta reforma laboral, aunque incompleta, es muy importante para las posibilidades mexicanas futuras.

Pero no hay que olvidar la figura completa. Uno de los pilares de la mejora en productividad en Finlandia no tuvo que ver con una reforma laboral, sino con el acceso gratuito a educación de calidad y a guarderías gratuitas a tiempo completo, para que las madres se puedan incorporar plenamente a la fuerza laboral. Tal vez, en México la aprobación de esta reforma pendiente permitirá avanzar sobre cuáles son las siguientes, aún más importantes para su competitividad.

sábado, 10 de noviembre de 2012

De ciudades cónicas y otros planeamientos urbanos


Publicado en la Revista PODER, octubre 2012

¿Cómo disponer de más espacio público? ¿Cómo mejorar la cohesión social? ¿Cómo facilitar un transporte público eficiente? Una solución propuesta en los 60s por Walter Jonas, un artista suizo preocupado por las urbes, fue Intrapolis, una ciudad con edificios gigantes en forma de cono, de 100 metros de diámetro y 700 departamentos. Los ciudadanos vivirían en los pisos más altos del cono y en las partes bajas se tendrían escuelas, tiendas, parques y cines. Cada edificio sería una pequeña ciudad, conectada con otros conos por puentes. Las viviendas solo tendrían vista interna hacia sus espacios públicos, aislándose del caos automovilístico externo. Aunque concitó atención y asombro, la propuesta quedó en planos.

Antes de sugerir este utópico proyecto, Jonas había viajado por Brasil, dónde seguro fue inspirado por Brasilia, que estaba en rápida construcción bajo la batuta de Lúcio Costa y Oscar Niemeyer. La capital en forma de avión tiene una llamativa arquitectura modernista y un fluido y eficiente tránsito. Sin embargo, al verla pareciese que el planeamiento se enfocó  en darle “ciudadanía” a los automóviles y no a las personas: abundan carreteras y pasos a desnivel que evitan el tráfico pero lo hacen sacrificando veredas y plazas necesarias para el contacto humano casual.

En otra experiencia de planeamiento urbano de finales de los 40s, en Estados Unidos se construía Levittown, el arquetipo del suburbio americano con tecnologías de producción en serie. La vida en los suburbios se convirtió en un modelo muy popular, en el que las familias se alejan de los centros urbanos, habitan casas idénticas y espaciosas y están rodeadas de vecinos similares. Estas viviendas han sido llamadas McMansion, en alusión a la cadena de comida rápida, por su estandarización y efecto nocivo en la salud, dado que tanto para ir a trabajar como para comprar en la farmacia, se requiere de  automóvil. Como en Brasilia, la interacción es entre carros, no entre personas.

Una respuesta a los suburbios fue desarrollada por los Nuevos Urbanistas en los 80s, quienes plantearon mayor densidad poblacional, con espacios de vivienda más pequeños aunque con terrazas o balcones, y con tiendas, escuelas, parques y entretenimiento a una distancia corta. Así se puede caminar y la ciudad gira en torno al peatón y el transporte público. La preocupación por la deshumanización de las ciudades y la primacía del automóvil se ha manifestado también en diferentes propuestas urbanísticas de “ciudades lentas” y “espacios compartidos”.

La mayoría de ciudades no nacen de planificaciones,  se desarrollan de manera orgánica en torno a rutas comerciales o recursos naturales. Sin embargo, su sostenibilidad depende de autoridades que prevean los problemas que vienen con el crecimiento y/o la migración.

Lima ha crecido caóticamente sin que en el pasado ninguna autoridad tome decisiones drásticas para tener más orden y justicia. Como hemos visto de los ejercicios utópicos o aplicados de planeamiento urbano, una de las lecciones principales es evitar la supremacía del automóvil y que este terminé arrinconando al peatón y al ciclista, priorizando el transporte público eficiente para que la mayoría nos desplacemos.

Después de la miope liberalización del transporte público en los 90s, que aumentó el desorden en Lima, a la vez que se enfatizaba privilegios para el automovilista, ningún alcalde se atrevió a ponerle freno y revertir el caos creado debido al elevado costo político que implica. Esto ha sido imperdonable, porque no cambiar la situación por cobardía, y distraerla con soluciones muy parciales, es una pésima gestión pública. Sin embargo, es peor que algunos partidos políticos y medios apoyen una revocatoria que inevitablemente traería como resultado la paralización de la reforma más importante para mejorar la calidad de vida de todos los limeños.

Nunca nos hemos preguntado como sociedad qué valores resaltar en nuestra organización urbana. Tal vez pensar en una utopía tan loca como la de los edificios cónicos nos hubiese hecho cuestionarnos los ideales y principios sobre los que queríamos desarrollar nuestra ciudad. La valiente reforma de transporte emprendida por Susana Villarán nos abre los ojos para entender que es posible eliminar la anarquía y el caos. Y que en el futuro podemos aspirar a que todos tengamos derecho a la ciudad, en especial peatones, ciclistas y usuarios de transporte público.

Los peligros del periodismo automático y poco visionario


Publicado en la Revista PODER, setiembre 2012


Journatic es una empresa que provee noticias locales a periódicos en EE.UU. Recientemente una investigación reveló su escalofriante método de “producción”: recolección masiva de información que ordena en bases de datos; un algoritmo informático que redacta algunos párrafos; y un grupo de personas que los edita y escribe el resto de la historia. Lo controversial fue que tercerizaban parte de su edición y redacción en Filipinas, a personas con un inglés no nativo, por un pago ínfimo. Después vendían estas historias a varios periódicos con nombres de autores falsos muy anglosajones como Ginny Cox.

Me aterra esta noticia porque siempre he tenido una fascinación por observar la realidad a través de medios escritos, en gran parte porque mis padres leían todo el periódico y su discusión era el tema de sobremesas. Soy un fanático de The New York Times, The Guardian y El País, entre otros, con sus renombrados columnistas, profundas críticas, completos perfiles, y balanceados reportajes locales y mundiales. En revistas, son una delicia el The New Yorker y The Atlantic Monthly, tal vez los mejores ejemplos de periodismo lento, con sus largas y detalladas crónicas. Con una cobertura amplia y curiosidad integral, estos medios permiten entender más los sistemas políticos y económicos, la evolución de la sociedad y la naturaleza humana.

Más allá de falsos autores, Journatic representa una perturbadora realidad en la que el periodismo verdadero es reemplazado por vulgar información automática (cuando el Chicago Tribune contrató estos servicios despidió a 20 periodistas). Es un ejemplo de los grandes retos de los medios escritos en su competencia con información gratis en sitios web y redes sociales, y con un Google que permite encontrar rápidamente lo deseado, generando en el lector la sensación de estar informado sin necesidad de un periódico o revista. Así, disminuye la circulación de medios escritos, los anuncios clasificados y la gran publicidad migran a la web y los altos costos de impresión y distribución generan más despidos de periodistas.

En el Perú, con un público poco lector, lastimosamente ha tenido éxito el modelo en el que priman noticias insólitas, llamativas y de la farándula, las columnas de opinión se han reducido a una extensión mínima en las que difícilmente se puede transmitir una idea, las fotos de temas irrelevantes ocupan el lugar de textos y la minúscula cobertura internacional recoge sin procesar noticias de agencias. Siempre han existido, en todo el mundo, tabloides y periodismo chatarra con estas prácticas; sin embargo, en el Perú este modelo se ha extendido a medios que eran referentes de seriedad y buen periodismo.

Sin duda, es una de las vías para sobrevivir: adaptarse a lectores distraídos y/o menos educados, que demandan espectacu﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽adora realidad en la que el periodismo verdadero es reemplazado por servicios mediocres de informacindo contratespectoáculos, inmediatez y menos análisis e investigación.  Sin embargo, podrían ir por la vía difícil, pero seguro rentable a largo plazo, de mejorar calidad y credibilidad, a la vez de entender más los intereses del lector, para establecer un vínculo más sólido.  El techo en el Perú para estas mejoras es muy alto. La mayoría de noticias no recogen las diversas posiciones sobre el tema, ni contienen reveladoras investigaciones. No hay una división clara entre la posición editorial o de opinión y la noticia que trate de buscar la verdad. No se hace pública la preferencia editorial en épocas electorales. Los intereses del grupo propietario del medio influyen en la línea editorial y la cobertura, y no son revelados en opiniones y noticias relacionadas. No hay un defensor del lector que escriba periódicamente, resaltando estas faltas en la objetividad y ética periodística, y sea un vínculo real con el lector.

Estos son principios básicos en las publicaciones que van a sobrevivir los retos de la nueva era digital. El futuro inevitablemente va a implicar un pago para acceder en línea a periodismo de calidad, que se realizará sólo si hay respeto y credibilidad. Felizmente, en el país, esta revista y algunas secciones de La República cumplen estos estándares, por mencionar unos medios, así como en el periodismo lento la renombrada Etiqueta Negra y la emergente Cometa. Si otros medios serios no aplican el modelo basado en calidad, los perjudicados seremos los lectores que tendremos menos oportunidades para entender cabalmente nuestras instituciones y sociedad, y por lo tanto, para mejorarlas y desarrollarnos.

El sector privado, el flaneur y los espacios públicos

Publicado en la Revista PODER Perú, agosto 2012


En la capital de Sinaloa, uno de los estados con más violencia en México, se ubica uno de los lugares más mágicos y cautivantes de América Latina: el Jardín Botánico de Culiacán. Los niños se divierten con las más de mil especies botánicas de todo el planeta en cien mil metros cuadrados, mientras que los adultos regresamos a nuestra infancia con la increíble variedad de flora, que incluye a pandanus (árboles que caminan), palmas gigantes y flores sangrantes.

No basta con eso. Entre frondosa vegetación encontramos instalaciones de más de treinta artistas, un equipo de ensueño del arte contemporáneo mundial, que nos hace reflexionar sobre nuestras vidas y problemas de la región. Podemos apreciar un tablero de piedras para gigantes del juego chino GO, del mexicano Gabriel Orozco; los cristales cóncavos y convexos del americano Dan Graham, que interactúan con el espectador y el paisaje; una estructura en forma de flor para las enredaderas del danés Olafur Eliason; o un Volkswagen escarabajo estrellado en un árbol, con la maleza apoderándose de él, como punto final de una performance del belga Francis Alÿs, quien lo manejó desde el DF hasta Culiacán para representar un vínculo entre lo urbano y lo natural.

Justamente Alÿs es un artista preocupado por la experiencia del individuo en las ciudades y la justicia del espacio. Uno de sus más reconocidos trabajos fue una acción colectiva filmada en Lima, La Fe Mueve Montañas, en la que quinientos voluntarios movieron una duna con lampas. Por esto, sus famosas caminatas por el centro del DF y muchas obras más, es reconocido como el artista flaneur.

El flaneur, un término francés sin clara traducción al español, es la persona que camina por la ciudad para experimentarla, que deambula sin ningún fin particular ni destino, sólo buscando despertar los sentidos. Este suave y reflexivo caminante, voyerista y esteta, se concentra en pequeños placeres, como observar la luz en diferentes momentos del día, los cambios en la arquitectura y la variedad de su gente y costumbres. No implica consumo ni centros comerciales y por eso es tan democrático.

Lima tiene algunos avances para poder ser disfrutada así. El Metropolitano y el Tren Eléctrico permiten acortar distancias y facilitar la exploración urbana; tenemos uno de los malecones más atractivos de América Latina; se están abriendo espacios para el ciclista, como las ciclovías, la Av. Arequipa los domingos y las “bicisalidas” nocturnas; podemos participar en más actividades en la calle como el Festival de Teatro de Comas y la Noche Blanca. Además, aunque es una ciudad que privilegia al automóvil, se vienen grandes cambios con la eliminación de las combis.

Pero esta simbiosis con la ciudad se ve amenazada cuando en medio de un caótico tránsito, el automovilista se impone al peatón en cada cruce de cebra; el caminante se enfrenta a vecindarios con tranqueras, parques cercados y calles sin veredas; se construyen puentes peatonales pensando en carros, no en peatones; se ignoran los problemas de seguridad y la estética arquitectónica; y el estilo de vida aspiracional comprende clubes exclusivos y playas privadas. Cuando, en general, los privados creen que tienen un privilegio sobre lo público.

En esta línea de ridiculeces está la construcción de un hotel en los acantilados de la Costa Verde, un espacio que debe ser público y con un paisaje protegido. Este proyecto de naturaleza excluyente, violentaría uno de los pocos lugares naturales y abiertos de la ciudad, que nos permite respirar y divagar con una espectacular vista del mar y de la tierra erosionada; ambiente ya quebrantado con edificios aprobados por alcaldes y jueces con intenciones muy cuestionables.


El Jardín Botánico de Culiacán, un espacio abierto y público que invita al juego y la reflexión por sus árboles y obras de arte contemporáneo, valorizadas en millones de dólares, ha sido posible por el aporte generoso y visionario del sector privado. Mientras, en Lima, unas empresas privadas, con el interés de obtener millones de dólares, están a punto de cometer, con el aliento de cierta municipalidad distrital ambiciosa por más recursos, un gran atentado contra el espacio público, la estética urbana y un recurso natural insustituible, beneficiando a unos pocos, en contra de todos los que queremos disfrutar y compartir nuestra ciudad de manera sana, relajante y reflexiva. 

¿Qué va a ser ridículo en 40 años?

Publicado en la Revista PODER, junio 2012.


Amas de casa embarazadas fumando y bebiendo licor, sus esposos emborrachándose en la oficina, negros limitados a ser ascensoristas, médicos fumando en las consultas, mujeres con obstáculos laborales casi insalvables. Cosas absurdas y ridiculeces en la sociedad de Nueva York en los años sesenta retratada por la serie Mad Men.

Las historias del publicista Don Draper y sus colegas, familia y múltiples amantes, son atractivas por la complejidad de sus personajes, la sutil inteligencia de sus tramas, y el cuidado en la recreación de costumbres, diseño y moda. En un reciente artículo en The New Yorker, Adam Gopnik ubica a Mad Men como uno de los ejemplos de la típica nostalgia de cuatro décadas, la edad promedio de los productores, directores y programadores de televisión y otros medios (quienes definen el contenido de la cultura popular), al recordar la época en que sus padres eran jóvenes.

Una mirada sincera a esos recuerdos se transforma no sólo en fascinación por la estética y el glamour de esos años, sino también en reflexiones sobre la evolución de la sociedad y en críticas severas a esas lejanas costumbres racistas, misóginas y homofóbicas. Este análisis de la historia no sólo nos ayuda a entender mejor el pasado, sino a dilucidar el presente e imaginar el futuro.

Sin embargo, es complicado vislumbrar cómo la generación que está naciendo hoy nos puede ver en 40 años; es fácil reprobar las costumbres injustas o absurdas del pasado, pero es confuso ver los rasgos característicos del presente, y cómo se percibirán en el futuro.

Sin necesidad de ser futuristas, podemos afirmar tajantemente que va a ser muy ridículo en 40 años lo que ya vemos como ridículo en los 60s de Mad Men, pero que todavía está presente, como el racismo, el machismo y la homofobia. Aunque todo esto está vigente, hay una mayoritaria y oficial reprobación de ellos, excepto de la discriminación por orientación sexual. En el Perú y en muchas partes del mundo hay leyes que no permiten que los homosexuales contraigan matrimonio ni que adopten hijos. En EE.UU. el matrimonio gay está prohibido a nivel federal, a pesar que el Presidente Obama la ha apoyado; en México, sólo lo ha autorizado el DF; en España, el gobierno de Rajoy está retrocediendo sobre contenidos educativos que reconocían la diversidad en los modelos familiares y en la orientación sexual; y en el Perú, no hay reformas relevantes en agenda.

El reciente escándalo protagonizado por el cardenal Cipriani al no renovar las licencias del padre Garatea es grotesco. No sólo por la injusticia cometida con un sacerdote que sólo se ha expresado por una sociedad más justa, sino porque lo que propone (la unión civil) está fuera del ámbito de la iglesia y, comparado con lo avanzado en otros países, es un paso muy inicial en la igualdad de derechos. La historia reconocerá al padre Garatea por su coraje frente a una intolerancia obsoleta del cardenal Cipriani. Y, en unas décadas, la generación que está naciendo va a sentir que la oposición al matrimonio homosexual era inmensamente ridícula. Sin duda, en el futuro, la orientación sexual va a ser tan importante para definir a la persona, como su color favorito. Las etiquetas de “heterosexual”, “bisexual” o “gay”, sean usadas como insultos o simples adjetivos, van a caer en desuso, por una saludable apertura a la diversidad en modelos de familia y a la diversidad sexual.  

La sociedad siempre está en constante progreso, producto de una tensión entre ideas liberales y conservadoras. En el corto plazo, facciones conservadoras pueden incitar exitosamente retrocesos. Felizmente, en el largo plazo, la sociedad tiende a evolucionar para ser más democrática, justa y abierta.  

Mad Men se ambienta en años previos a grandes transformaciones en derechos civiles en EE.UU., que permitieron combatir la discriminación racial y de género, justo cuando la píldora empezaba a tener efectos tan liberadores en la mujer. ¿Nosotros en qué momento estamos? En un mundo tan interconectado que nos podemos sincronizar con los avances sociales que se están dando en otras partes. En el que es evidente qué es ridículo ahora, como la falta de derechos iguales para todos. Con tanto dinamismo, constantemente vamos a estar cuestionando el statu quo y lo establecido. En este mundo tan cambiante, ¿de qué lado de la historia queremos estar?

Los tecnócratas, los tecnopols y los políticos

Publicado en la Revista PODER, mayo 2012.

En mi experiencia en ministerios y agencias públicas, trabajé con tecnócratas, tecnopols y políticos. Durante años, y frente a cambios frecuentes, compartí el mismo temor que mis colegas: que nombren a políticos como ministros, viceministros o en otros cargos importantes. Todavía es así: usualmente, con el nombramiento de un político, las organizaciones se remecen; viene un periodo de inestabilidad laboral y una incertidumbre en las metas y actividades. Los políticos generan preocupaciones que trascienden a organismos internacionales y gran parte de la opinión pública. ¿Están justificados estos temores?

La tecnocracia es vinculada al desprestigio de los partidos políticos. Los tecnócratas son seleccionados para puestos claves sobre la base de su prestigio y nivel académico. Su búsqueda de la racionalidad los hace pragmáticos, con desprecio por la política, llena de obstáculos y negociaciones que impiden llegar a la supuesta verdad. Así, algunos tienen un apego muy débil a la democracia.

Hay muchos ejemplos de su poder en gobiernos autoritarios, como las tecnocracias de derecha del Opus Dei en la dictadura de Franco, los Chicago Boys con Pinochet y los liderados por Boloña en el autoritarismo competitivo de Fujimori. También hay casos en regímenes democráticos, y de centroizquierda, como los ‘monjes’ del CIEPLAN de Chile en la Concertación o los cuadros de CEBRAP en Brasil en los 90s. En el Perú, la tecnocracia ha seguido participando activamente en los gobiernos democráticos desde finales del 2000.

Por su lado, el tecnopol es un líder con sólida formación académica, pero también político, porque domina el proceso democrático que toman las políticas públicas. Para un tecnopoluna política es racional si, además de ser técnicamente correcta, es viable y sostenible políticamente. Los tecnopols usualmente tienen opiniones establecidas en temas de política que están fuera de su ámbito de especialización, a diferencia del tecnócrata pragmático. Generalmente, tienen poder político propio, basado en una combinación de vínculos con cuadros técnicos (institutos o think tanks), habilidad para la interacción con políticos, y/o carisma con la población; aunque no necesariamente están expuestos a elecciones. Jorge Dominguez, uno de los acuñó el término, cita como ejemplos a Domingo Cavallo de Argentina, Alexandro Foxley en Chile y Fernando Henrique Cardoso en Brasil.

En Perú, el ejemplo actual de un tecnopol es Luis Miguel Castilla, quién ha sabido ganarse con mucha muñeca la confianza de la pareja presidencial, sabiendo ceder cuando ha sido necesario. Mercedes Aráoz, también con muy buen prestigio académico, supo aprovechar su habilidad política y carisma. Aunque la izquierda no ha tenido mucha presencia en el gobierno central, un buen ejemplo es Gustavo Guerra García, ex Viceministro, impulsor de Fuerza Social, y ahora negociador con los gremios de transportistas en una de las reformas más difíciles que enfrenta Lima.

¿Y los políticos? En realidad, en comparación con tecnócratas y tecnopols, son los únicos expuestos a un ciclo político de elección, representación y reelección. Además, por formación, deberían ser especialmente hábiles para escuchar, negociar y mediar. Por esto, deberían ser los llamados a liderar desde ministerios y viceministerios y otros puestos  clave, la conducción política del Estado, para así atender de manera adecuada las necesidades de la población, lidiando de manera eficiente con los intereses organizados de toda la sociedad y representado la visión y las ideas por las que fueron elegidos. Sin embargo, eso todavía suena lejano. Los partidos políticos en el Perú no son representativos de la población, ni de una visión de país que refleje valores, ideas y programas para mejorar nuestro futuro; y no tienen programas de formación para sus cuadros, en política y gestión pública. Las instituciones que representan a la sociedad civil son muy débiles o desiguales. El Estado está expuesto a ser copado y capturado por intereses político-partidarios.

Los temores hacia los políticos son fundados. Sin embargo, tenemos que priorizar las reformas para que confiemos nuevamente en ellos, y así la democracia sea sostenible, la población se sienta representada en el Poder Ejecutivo y, por ejemplo, los conflictos sociales puedan ser mejor manejados.