sábado, 10 de noviembre de 2012

La siguiente gran idea

Publicado en la Revista América Economía, Mayo 2012.

¿De qué región vendrá la siguiente gran idea? Hace unos años una conferencista del Banco Mundial realizó esa pregunta. “Probablemente, de Asia; de seguro, no de América Latina”, se respondió y explicó que con poca inversión en ciencia y tecnología y sin importancia por la innovación, no íbamos a ser una región que genere muchos conocimientos e ideas trascendentales.

Actualmente, se debate la creación de un ministerio de ciencia y tecnología, discusión importante para fortalecer el pobre marco institucional, aunque no acertada: se debe mirar integralmente al sistema nacional de innovación, compuesto por ministerios, universidades, centros de investigación, empresas, agencias de fomento y financiamiento, reglas y prácticas sociales.

En este sentido, en lugar de un ministerio, se debe constituir un consejo que coordine las estrategias y políticas de innovación de diferentes organizaciones. Asimismo, es necesario articular y potenciar programas exitosos de financiamiento y apoyo a la innovación como el Fincyt, Fidecom, los Cites y otros, dentro de una institución de fomento del desarrollo productivo que facilite su ejecución, como hace CORFO en Chile (como mencionamos en América Economía N° 46, de febrero 2012). También, urge mejorar la disponibilidad de recursos humanos para la ciencia y tecnología, capacitando docentes, otorgando becas, y fortaleciendo la acreditación; a la vez generando capacidades de investigación en universidades públicas que no saben invertir sus cuantiosos recursos del canon.

Sin embargo, fuera del marco institucional, es igual o más importante que seamos una sociedad con individuos que precien y cultiven la innovación. Un componente muy importante de este ciudadano innovador es la valoración y aprovechamiento de la multidisciplinariedad y la diversidad.

Steve Jobs cuenta en su famoso discurso de Stanford que cuando abandonó la universidad, tomó un curso de caligrafía que parecía innecesario en el momento, pero que fue la base del éxito de Apple con sus variados tipos de letra e interfaz tan amigable, imitada por Windows y finalmente capitalizada en i-Pods y i-Pads.

En el Perú, tenemos muchas innovaciones basadas en la diversidad, en diferentes campos, desde la gastronomía a la moda, pero mencionemos tres.

Toronja, la exitosa empresa de comunicación estratégica creadora del racimo de uvas en forma de América del Sur (sin uvas en territorio chileno) para defender nuestro pisco, inicialmente basó su creatividad en un equipo multidisciplinario, liderado por un sociólogo y un publicista (y novelista), y conformado por historiadores, antropólogos y artistas. El programa Sierra Productiva de Carlos Paredes, aprovecha nuestra historia, con una propuesta que rescata métodos incaicos y los combina con modernos procesos para crear un paquete de 18 tecnologías productivas asequibles que pueden sacar de la pobreza a miles de familias campesinas. Los Destellos, Juaneco y su Combo y después Los Shapis, con diferentes mezclas de guitarras eléctricas, huaino, rock, ritmos selváticos e influencia de la cumbia colombiana, y las nostalgias y esperanzas de una migración, desarrollan y popularizan la cumbia peruana y la  chicha, el género musical más revolucionario que hemos tenido.

Sin embargo, tal vez estos casos no sean la regla. Siendo uno de los países más diversos del mundo en geografía, ecología y culturas, no lo aprovechamos. Todavía tenemos muchas barreras mentales y físicas para comunicarnos entre peruanos de distintas profesiones, regiones, y estratos sociales y económicos. Estas barreras limitan el diálogo e interacción a personas muy similares, produciendo un “incesto intelectual”. Podemos evitar eso con una educación escolar que, fomentando la observación, diálogo y pensamiento crítico, genere ciudadanos con curiosidad, cuestionamientos y propuestas constantes de mejora del statu quo, más que acomodamientos ciegos o flemáticos a él. Con estudios generales universitarios más prolongados y amplios que eduquen profesionales con conocimientos e interacción con otras disciplinas, más que con la arrogancia propia del egocentrismo profesional. Con un diseño urbano que favorezca la interacción de los ciudadanos, con más espacios públicos (no dedicados a las compras), y sin comunidades cercadas. Con una actitud más abierta y contemplativa, basada en hábitos valorados de lectura, viaje y comunicación.

En Macondo, el incesto no sólo vino acompañado de un bebé con cola de cerdo, sino generó que vientos huracanados desaparezcan el pueblo. En este caso, ¿a dónde nos llevará este incesto intelectual? Tal vez a que tengamos menos posibilidades de generar las siguientes grandes ideas en el mundo.

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