sábado, 10 de noviembre de 2012

El Desafío de la Generación Bicentenario

Publicado en la Revista América Economía, Abril 2011. 

El Foro de Biarritz es el evento de integración entre políticos de América Latina y Europa. Hay debates de calidad, pero lo más interesante sucede en los pasillos, en los cafés intermedios y en los almuerzos. Uno puede sacarle a Vicente Fox una cándida opinión sobre la lucha contra las drogas en México; ver a un conversador Ernesto Samper tendiendo la mano por doquier como si estuviera en campaña presidencial; escuchar a la periodista Carmen Aristegui hablando de los detalles más escabrosos de su última investigación sobre los crímenes de Marcel Maciel; y compartir reflexiones con viejas glorias políticas, académicos y periodistas.

En su 11º Edición, realizada en Francia a finales del año pasado, hubo más. Para fortalecer el diálogo generacional los organizadores invitaron a jóvenes latinoamericanos, políticos y servidores públicos, para formar el Grupo Generación Bicentenario, el cual quedó integrado por Marco Enriquez Ominami, ex-candidato presidencial de Chile; Nicolás Ducote, fundador del prestigioso CIPPEC de Argentina; el ecuatoriano Mauricio Rodas, Presidente de la Fundación ETHOS; entre otros jóvenes que proveníamos de 10 países. El grupo fue diseñado para incluir derechistas, izquierdistas y pragmáticos; liberales y conservadores; todos con deseo de trascender rigideces ideológicas anacrónicas y construir una agenda para atender los nuevos desafíos.

Juntos reconocimos los logros en casi toda América Latina en democracia y crecimiento, pero con inagotables cuestionamientos. ¿Por qué somos la región más desigual? ¿Por qué otras regiones partieron de niveles inferiores de desarrollo y ahora superan a la nuestra? ¿Por qué no hemos blindado las instituciones de vaivenes políticos? ¿Por qué exportamos pocos bienes y servicios con mayor alto valor agregado? ¿Por qué nuestros niños no entienden lo que leen? Con tantas urgencias postergadas y retos futuros, desaprobamos la complacencia con los logros actuales.

Sin embargo, ¿qué nos lleva a pensar que la generación del bicentenario podría lograr un cambio? Rechazamos la lucha ideológica desde el fin de la guerra fría. Aunque la era digital nos ha formado y deformado, nos brinda nuevas fronteras que somos capaces de aprovechar. Hemos luchado por la consolidación democrática, aunque las elecciones libres no siempre se traducen en gobiernos democráticos y el hiperpresidencialismo se mantiene. Hemos participado de reformas técnicas obstaculizadas por el populismo basado en las encuestas del día a día.

Estas experiencias, esperanzas y desilusiones las tradujimos en una agenda ambiciosa, idealista y seguro incompleta. La prioridad es erradicar la miseria y reducir la pobreza, en términos de ingresos, de libertades, derechos y capacidades. Brindar educación para comprender, no solo leer, e infraestructura social básica. Exportar más que materias primas, innovando y haciendo uso de la tecnología, y aprovechando las diversidades geográficas y culturales. Conservar la biodiversidad y prevenir las consecuencias del inminente cambio climático. Desintoxicar al Estado, hacerlo eficaz y someterlo al ejercicio permanente de la democracia, la descentralización, la participación ciudadana y el respeto por la heterogeneidad, alejado de nacionalismos irracionales y de presidencialismos sin contrapesos.

Sin embargo, esta agenda no nos diferenciará. Cualquier manifiesto generacional puede parecer grandilocuente o idealista. Esta vez planteamos un desafío más concreto: trabajar en una nueva geometría política alejada de antagonismos, basada en la responsabilidad como respuesta al populismo, y en la innovación para encontrar nuevas soluciones a viejos problemas y nacientes retos, aprovechando justamente nuestras diferencias ideológicas, profesionales, culturales y sociales para detonar nuestra creatividad.

Y replicar esto a nivel nacional, con grupos en el Perú que fortalezcan el diálogo sin etiquetas, le den una voz más trascendente a una generación que tiene mucho que decir y poco que disputar, elevando el nivel de la discusión y propuesta política, muy deficiente en la actual campaña presidencial. Así, motivar a todos para que se enganchen con innovadoras propuestas, bajen de la tribuna crítica y distante, se metan en la cancha, y juntos generemos mayor bienestar en nuestra sociedad a través de las políticas públicas.

A 10 años de la celebración del bicentenario de la independencia del Perú, con 20 años de estabilidad macroeconómica y 10 años de democracia, este desafío se nos presenta tan grande como aquellos.

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