Publicado en la Revista PODER, setiembre 2012
Journatic es una empresa que provee noticias locales a periódicos en EE.UU. Recientemente una investigación reveló su escalofriante método de “producción”: recolección masiva de información que ordena en bases de datos; un algoritmo informático que redacta algunos párrafos; y un grupo de personas que los edita y escribe el resto de la historia. Lo controversial fue que tercerizaban parte de su edición y redacción en Filipinas, a personas con un inglés no nativo, por un pago ínfimo. Después vendían estas historias a varios periódicos con nombres de autores falsos muy anglosajones como Ginny Cox.
Me aterra esta noticia porque siempre he
tenido una fascinación por observar la realidad a través de medios escritos, en
gran parte porque mis padres leían todo el periódico y su discusión era el tema
de sobremesas. Soy un fanático de The New
York Times, The Guardian y El
País, entre otros, con sus renombrados columnistas, profundas críticas, completos
perfiles, y balanceados reportajes locales y mundiales. En revistas, son una
delicia el The New Yorker y The Atlantic Monthly, tal vez los
mejores ejemplos de periodismo lento, con sus largas y detalladas crónicas. Con
una cobertura amplia y curiosidad integral, estos medios permiten entender más
los sistemas políticos y económicos, la evolución de la sociedad y la
naturaleza humana.
Más allá de falsos autores, Journatic representa una perturbadora
realidad en la que el periodismo verdadero es reemplazado por vulgar información
automática (cuando el Chicago Tribune contrató estos servicios despidió a 20
periodistas). Es un ejemplo de los grandes retos de los medios escritos en su
competencia con información gratis en sitios web y redes sociales, y con un Google
que permite encontrar rápidamente lo deseado, generando en el lector la
sensación de estar informado sin necesidad de un periódico o revista. Así, disminuye
la circulación de medios escritos, los anuncios clasificados y la gran
publicidad migran a la web y los altos costos de impresión y distribución generan
más despidos de periodistas.
En el Perú, con un público poco lector,
lastimosamente ha tenido éxito el modelo en el que priman noticias insólitas,
llamativas y de la farándula, las columnas de opinión se han reducido a una
extensión mínima en las que difícilmente se puede transmitir una idea, las
fotos de temas irrelevantes ocupan el lugar de textos y la minúscula cobertura
internacional recoge sin procesar noticias de agencias. Siempre han existido,
en todo el mundo, tabloides y periodismo chatarra con estas prácticas; sin
embargo, en el Perú este modelo se ha extendido a medios que eran referentes de
seriedad y buen periodismo.
Sin duda, es
una de las vías para sobrevivir: adaptarse a lectores distraídos y/o menos
educados, que demandan espect Sin embargo, podrían
ir por la vía difícil, pero seguro rentable a largo plazo, de mejorar calidad y
credibilidad, a la vez de entender más los intereses del lector, para establecer
un vínculo más sólido. El techo en el
Perú para estas mejoras es muy alto. La mayoría de noticias no recogen las
diversas posiciones sobre el tema, ni contienen reveladoras investigaciones. No
hay una división clara entre la posición editorial o de opinión y la noticia
que trate de buscar la verdad. No se hace pública la preferencia editorial en
épocas electorales. Los intereses del grupo propietario del medio influyen en
la línea editorial y la cobertura, y no son revelados en opiniones y noticias relacionadas.
No hay un defensor del lector que escriba periódicamente, resaltando estas
faltas en la objetividad y ética periodística, y sea un vínculo real con el
lector. áculos, inmediatez y menos
análisis e investigación.
Estos son
principios básicos en las publicaciones que van a sobrevivir los retos de la
nueva era digital. El futuro inevitablemente va a implicar un pago para acceder
en línea a periodismo de calidad, que se realizará sólo si hay respeto y
credibilidad. Felizmente, en el país, esta revista y algunas secciones de La
República cumplen estos estándares, por mencionar unos medios, así como en el
periodismo lento la renombrada Etiqueta Negra y la emergente Cometa. Si otros medios
serios no aplican el modelo basado en calidad, los perjudicados seremos los
lectores que tendremos menos oportunidades para entender cabalmente nuestras
instituciones y sociedad, y por lo tanto, para mejorarlas y desarrollarnos.
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